martes, 23 de noviembre de 2010

ERES QUIEN ELIGES SER

- Eran las doce y media de la noche. Y me había pasado media hora de la hora que mi padre me dijo mi padre. Hacía mucho frío aquella noche y ya empecé a despedirme de mis amigos y mi novia para ir a mi casa.
Saqué la llave de el bolsillo para abrir la puerta, pero estaba encajada. Entré y la cerré con el pestillo desde dentro.
-¡ ya estoy aquí !- dije en voz alta, pero no contestó nadie. Al menos al parecer mi padre no se había dado cuenta de la hora a la que había llegado y eso me gustó.
Cansado, puse el sofá cerca de la chimenea, me senté y encendí el televisor. Escuché algo raro en la planta de arriba y bajé el volumen. Se oía el llanto doloroso y entristecedor de mi madre. Subí las escaleras corriendo.
No pude evitar soltar una lágrima al ver a mi madre en el suelo, desolada, llorando porque el mismo hombre asqueroso, repugnante y borracho de mierda le seguía pegando cada vez que le apetecía después de prometerle hace muchos años, que no lo volvería a hacer. A veces pensaba que mi madre era inbécil por seguir creyéndolo una y otra vez. Siempre decía lo mismo, "no lo volveré a hacer" pero nunca cumplió esa promesa y mi madre seguía sin hacer nada al respecto porque le temía. Yo no podía hacer nada porque era muy joven, solo tenía 15 años.
Me quedé paralizado durante unos instantes mientas observaba a mi madre. De repente alguien empezó a aporrear la puerta. Era mi padre. Bajé para abrirle.
-¡ Voy a llamar a la policía!, borracho de mierda, me das asco.-
Mi padre no dijo nada, simplemente se limitó a darme un fuerte puñetazo en la cabeza me desplomé en el suelo. Al parecer estaba borracho.  Todo me daba vueltas. Una fuerte patada en el estómago que me hizo derramar sangre al suelo por la boca. Ya no sentía dolor alguno. Pero él seguía golpeándome a pesar de que ya estubiera en el suelo. Mirando hacia las escaleras pude ver la distorsionada silueta d mi madre bajando. -¡Déjalo en paz, el no tiene la culpa de nada !- gritaba mi madre, histérica y llorando mientras se acercaba a mi padre. - ¡Aléjate de mi zorra!-  le gritó mientras le marcaba el puño en su mejilla.
Hice un esfuerzo por levantarme y lo conseguí.
-Desgraciado, déjala en paz- dije con voz temblorosa.
Mi padre se quedó mirándome fijamente sin hacer ni un gesto. Entonces le escupí   en la cara. Después de eso me dio un fuerte puñetazo en la cara, y me desmalle. Al día siguiente me levanté del suelo, en el mismo lugar en el que me desmalle. Atacado por el pánico fui corriendo a la habitación de mi madre, y estaba allí, dormida con sangre ya seca debajo de la nariz. Mi padre no estaba allí, y yo tenía  ir al colegio. Tenía que hablar con alguien y llame a la única  a la única persona con la que me entendía, Noelia, mi novia.
-¿ Quién es?- dijo ella.
- ¿ Soy Roberto, sal media hora antes de tu casa y quedamos en el descampado que hay detrás del instituto.- No dije nada más, y le colgué.
Llegué al sitio en el que habíamos quedado y ella estaba allí de brazos cruzados esperándome. Cuando me vio vino corriendo hacia mi. -Roberto, ¿ que te ha pasado?- dijo preocupada
-Mi padre, otra vez...- dije yo mientras me sentaba.
-No s que hacer, eso está llegando demasiado lejos. Tenía que hablar contigo.
Tenía todo el ojo morado. Ella muy preocupada se sentó a mi lado.
- ¿ Y tu madre, como está? pregunto ella.
Yo empecé a liar un porro.
-Mi madre esta bien, por ahora. ¿ Tienes fuego?.- Dije yo después de hacerme el porro.
-Claro- dije ella mientras me ha cercaba la llama del mechero a la punta del porro.
Le di una fuerte calada y a través del humo, le dije- Tengo que hacer algo, allúdame.-
-No se que puedes hacer, yo creo que lo mejor sera ir a la policía. Iré contigo después del insituto-
- esta bien- Asimilé yo.
Y era la ora de entrar al instituto y me fume el porro de camino.
Cuando llegamos allí, estaban todos en la puerta. Todo el mundo me miraba, a mi y a mi novia que ívamos juntos.
Como estaba allí el gracioso de la clase y sabía que iba a decirme algo. Y así fue.
- ¿ y ese ojo Roberto?, te a vuelto a pegar el borracho de tu padre, ¿verdad?.
Todos le rieron la gracia. Yo bajo los efectos de la marihuana aparte a Noelia y me lancé hacia a él. -¡Hijo de puta!- le dije.
Empecé a darle puñetazos en la cabeza a él, y a todos los que se ponían por medio. Cuando ya estaba en el suelo, empecé a pisarle la cabeza contra el bordillo, Hasta que  mi novia me sujetó y todos vinieron separarme. Me fui corriendo y esa mañana no entré al insituto. Noelia se vino conmigo.
 A las tres ella se fue a su casa y yo a la mía, habíamos a quedado a las cuatro y media para ir a la policía.
Llegué a mi casa y mi padre le estaba pegando a mi madre, aún más fuerte. Enfurecido cogí un cuchillo de la cocina y me dirigí a mi padre sin decir nada. Empecé a amenazarlo, pero el solo decía que no tenía agallas.
Entonces le clavé el cuchillo en el estómago. Agarrando  el cuchillo con el puño cerrado se lo saqué.
Él calló al suelo de rodillas con la mano en la profunda herida. La sangre brotaba ente sus manos. Solo me miraba ami, fijamente con lágrimas en los ojos y, agonizando en un charco de sangre, dejo de respirar. Lo más extraño era que no sentí dolor alguno, para mi desde el primer día que le pego a mi madre, enterré a mi padre junto a mi infancia. Mi madre siempre decía, " tu eres quien eliges ser."

1 comentario:

  1. ¡Vaya historia! ¿No la presentaste al concurso de relatos sobre violencia de género del otro día? Es bastante dura e impactante. (aunque con algunas faltillas).Muy bien.
    Carmen.

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